jueves, 26 de febrero de 2009

donde miras crece

Especialmente para Cesar, seguidor asiduo de este blog y un ganador inconsciente de pequeñas batallas.

Ahora, olvida lo mal que estás, aunque lo sigas estando, aceptalo como el que tiene una gripe, y hazle el menor caso posible. Donde miras crece, decía una amiga mía. Y es cierto, recuerda cómo podemos afectar a lo que pensamos y a cómo nos sentimos. Si pones mucha atención en algo, ese algo parece mayor, parece insalvable. Si dejas de pensar en ello y miras hacia otro lado, hacia otra cosa que sea más agradable, en ti irán apareciendo sentimientos también agradables.
Si te ha salido mal un informe o un plato cocinado, y piensas, ¡qué mal! me ha salido fatal, con la ilusión y el trabajo que le había puesto...acabarás diciéndote ¡si es que soy un desastre! o ¡si es que no valgo para esto, está claro! o lo que es peor ¡si es que no valgo para nada!
Todos esos pensamientos los has generado tú, lo único que ha ocurrido es que un trabajo no ha salido, no tiene por qué tener que ver con el resto de asociaciones. No sigas por ahí, corta esas corrientes de pensamientos negativos y genera otras. Se puede; tu voluntad de Ser está por encima de tu herramienta pensamiento, acuérdate y comprúebalo con esto también.

Por tanto, si dejas el informe o el plato a un lado y paras tus pensamientos negativos, de sopetón, adrede, te encontrarás más tranquilo (hay un hueco de pensamiento repentino y calmado al que no estás acostumbrado).
Y si además te dices -ha sido una casualidad, le puede pasar a cualquiera, a la próxima me saldrá mejor, no era tan sencillo o no tiene importancia- y te pones a hacer otras cosas, algo relajante como escuchar música o algo agradable como estar con tus hijos, o un trabajo de otro tipo, verás cómo empiezas a sentirte mejor. Donde miras crece, aquello a lo que haces caso se agranda como la levadura en los bizcochos. Si te fijas en lo bueno, te dedicas a lo agradable, te sientes mejor que si te fijas, y te fijas y te fijas en lo que falla...o crees que falla (ya no dejemos pasar que puede ser un pensamiento equivocado).

Esto es un mecanismo a aprender, como todo en la vida, como montar en bicicleta, como aprender a leer o a nadar. Al principio parece imposible, pero al tiempo vas conociendo los mecanismos erróneos aprendidos con los que funciona tu mente y, en consecuencia, tus emociones, y les acabas enseñando a ser productivos, positivos, más justos contigo, posiblemente.

Elige aquello en lo que te fijas con cuidado, ya que crecerá. Elije cómo te vas a sentir, al menos a ratos. Ejercítalo, estamos hablando de mejorar tu calidad de vida. Que cuesta, pues claro, pero que es factible, también.

Eres alguien complétamente válido, completamente normal y lleno de encantos y posibilidades. Todos los somos.

Escribe tus objetivos respecto a la depresión

Algo que funciona bastante bien, en este pequeño caos interior en que uno se encuentra, es escribir lo que desearíamos conseguir. Hacerlo de un modo claro, con ideas más bien cortas, aunque te pongas alguna aclaración al lado. Necesitamos cosas que nos dejen ver lo más nítido posible lo que querríamos alcanzar. Quiero estar así, dejar de hacer esto, poder hacer esto otro, y lo que se te ocurra. Aunque en estos momentos te parezca difícil, incluso imposible, tú escríbelo.

Puede que te ayude escribir una gran parrafada primero soltando todo lo que te pasa, escribir aclara y nos acerca a nosotros mismos más de lo que creemos. Al papel se lo podemos contar todo, no se va a quejar, ni le va a parecer mal; en realidad, es un gran amigo nuestro. Pero, una vez más tranquilo, una vez soltado todo, perfila lo escrito en unos objetivos claros a conseguir.

Unos ejemplos podrían ser: me gustaría llegar a no llorar, no sentirme mal en las reuniones de amigos, poder concentrarme, poder leer, poder hablar de otra cosa, no tener pensamientos recurrentes, no tener que disimular buena cara en el trabajo, sentirme fuerte, ordenar la casa...ponlos en un poster o cartulina o folio con frases de distintos tamaños según lo importantes que sean para ti, o todos seguidos, pero que se vean bien, que tengamos muy claro hacia dónde vamos. Ser consciente de ellos ya es bastante, tenerlos delante los hace pequeños, dominables y posibles.

viernes, 13 de febrero de 2009

nuestro pensamiento no siempre tiene razón

Recuerdo muchas cosas que me parecieron sorprendentes la primera vez que las escuché, como que los pensamientos no tienen por qué tener razón.

La idea original de todos nosotros es que hay cosas fijas y que son como son. Es lo que se suele creer sobre lo que pensamos. Si lo pensamos, lo pensamos y punto. O si lo sentimos, lo sentimos y punto. Qué hay más cierto que lo que sentimos o pensamos?

Pues resulta que no es así, no tiene por qué. Cabe la posibilidad de comprender al pensamiento, incluso a lo que sentimos, como herramientas de algo que está por encima de ellos, ese algo somos nosotros, lo que queremos ser, nuestra voluntad de ser.

Voy a intentar explicarlo mejor porque me resultó algo tan útil que merece la pena. Una vez me decidí a superar o poner todos los medios posibles para sufrir menos algo que me hacía polvo, como era la depresión; una vez comprobé que podía ir saliendo poco a poco de los estados catatónicos en los que te crees vencido, a base de concentración en otra cosa, de liberación de pensamientos repetitivos, de momentos de tranquilidad, y de convencerme, en consecuencia, de que podía ir haciendo cosas con las que vencer y SALIR DE AHÍ, entonces descubrí esto.

Para comprenderlo mejor, recuerda que, en ocasiones, pensamos que algo es de un modo (esto es bueno, esto ocurrió así, ella lo hizo por esto, etc.) y, al poco, con un pequeño dato más, cambiamos de idea (resulta que eso no era así, era de otra manera); eso nos ha ocurrido a todos.
Es decir, los pensamientos no siempre tienen razón, no tienen por qué ser ciertos, tampoco cuando hablan mal de nosotros mismos. Los pensamientos no son algo rígido, ni son lo más poderoso de nosotros, aunque nos acompañen mucho. Pero no somos nosotros, sino una herramienta nuestra, como nuestros brazos o piernas.
El pensamiento no es fijo, absoluto, ni tiene por qué tener razón. Qué lo varía? pues normalmente la información que tenemos de las cosas, pero también podemos ser nosotros mismos los que lo variemos, simplemente considerando la posibilidad de que no sean ciertos. Eso ya nos relaja. Pensamiento no es igual a verdad. Si no, no cambiarían nunca y serían los mismos en todas las personas...

Si pienso que no voy a conseguir trabajo por cómo estoy, no tiene por qué ser cierto. Si pienso que aunque me arregle no voy a estar bien, no tiene por qué ser cierto. Si pienso que es una tontería intentarlo porque nunca me curaré, no tiene por qué ser cierto.

Si pienso que no valgo, que no puedo, que hay un error en mí, puede que me falten datos, que esté equivocado. A lo mejor pienso así como consecuencia de mi tristeza, o a lo mejor estoy más triste porque creo que si lo pienso es que es cierto. Todo esto te da posibilidades, caminos, y fuerza para salir adelante.

Y si empiezo a pensar que no hay ningún error en mí?. Y si yo empiezo a pensar que sí puedo?. Y si empiezo a pensar que sí valgo, y si empiezo a pensar que los mensajes negativos que me lanzo no tienen por qué ser así?.
Desde hoy, cabe la posibilidad de que no sea cierto que no valgo, que no llego, que no puedo...

jueves, 5 de febrero de 2009

Un texto sugerente

...después de su actuación el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué le sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años yo todavía creía en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces una pregunta obvia:"si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?".
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. ...Hace unos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy,muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede...

Tu única manera de saber si puedes conseguirlo es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...

Del libro "Déjame que te cuente", de Jorge Bucay.

A lo mejor, hoy somos otro, más grande, pero creemos que no podremos. A lo mejor, nuestro tamaño es mayor que el de la estaca a la que nos creemos atados sin remedio.

lunes, 2 de febrero de 2009

hola depresión, soy más fuerte que tú


Ya nos hemos dado la oportunidad de quitarnos la culpa de lo que nos ocurre, porque sabemos no somos débiles, sino que estamos enfermos. Ya nos hemos concienciado de que, además de los medicamentos, se pueden hacer otras cosas para mejorar de lo que se padece (de hecho ya lo estás haciendo...). Ahora vamos a comprobar que, en realidad, somos más fuertes que la depresión, aunque no podamos vencerla en un sólo día, ni con una sola decisión.

Sigue poniéndote objetivos como indicamos en el último post, algo que sea sencillo. Recuerda que todos los aprendizajes llevan su tiempo, tanto para entender los contenidos, como para que vayan haciéndose efectivos en nosotros. No se aprende a nadar en un día, aunque hayamos aprendido y decidido que podemos nadar. No se aprende inglés en un día...pero al tiempo, podemos nadar y hablar inglés.

Ponte ese objetivo que parezca pequeño cada día, cada rato que puedas, es lo más importante de tu vida en estos momentos, no lo dejes pasar, céntrate en este esfuerzo. Es importante que no te propongas más de aquello a lo que puedes llegar, no seas injusto contigo. En realidad, de lo que se trata es de que compruebes que si te pones un objetivo, y te centras en conseguirlo, lo llevarás a cabo. Es mejor que ese objetivo sea el que tú consideres adecuado para TUS PRIMEROS PASOS HACIA EL "SÍ QUE PUEDO". Se trata de que aprendas que eres más fuerte que eso que ahora te domina, aunque te lleve tiempo quitártelo de encima, paso a paso, ganarás tú. No se trata de estar bien en la primera batalla, sino de ir siendo consciente de que se avanza, de que se puede.

Se trata de ir practicando poco a poco la forma de conseguir que nuestra voluntad se anteponga a la de la enfermedad. Ahora el punto fundamental es seguir luchando, seguir fortaleciéndonos.
Cada vez que ganes cualquier pequeña batalla, te dices, "hola depresión, soy más fuerte que tú", lo llevas claro, saldrás de aquí... es un modo efectivo de no dejar de sentir que hemos vencido en cada pequeña lucha. Es habitual intentarlo, y olvidar felicitarnos o no darle la importancia suficiente. Pues aquí es lo más importante.

Perderemos algunas, pero todas la ganadas son sustos que le damos al bicho de dentro (a eso que nos pasa sin haberlo elegido, sin saber por qué y a lo que le hemos declarado la guerra), que se irá según vaya viendo el tamaño de tus dientes.