jueves, 25 de junio de 2009

jueces sin licencia

Ahora, en esta situación algo borrosa, aunque cada vez con un poco más de luz, con un poco más de seguridad, y siempre con el deseo de "voy a seguir, voy a salir del todo"..., somos muy vulnerables.

En estos momentos no somos personas seguras de nosotros mismos, aunque queden parcelas de nuestra personalidad que sabemos que hacemos bien, en general, no pisamos fuerte. Ello es debido a que sufrir esta enfermedad, y achacarla a nosotros mismos, habernos creído culpables de ella, nos ha hecho pensar que hay algo mal en nosotros, que somos débiles, no nos gustamos o gustábamos, por ello, y eso provoca inseguridad.

Ya sabemos que eso no es así, que precisamente al aguantar esto y seguir adelante, lo que somos es muy fuertes. Pero nuestra psique aún está un poco dañada. Y la sensación de "no confiar del todo en nosotros", de no pisar fuerte, de "puede que tengan razón", de voy a ir haciéndolo como creo pero bajito, sigue aún ahí. No pasa nada, debemos consentírnosla, pero solo un poco.

Es decir, está bien que comprendamos que aún estamos curando y por eso estamos inseguros, y que no nos reprendamos por ello. Sin embargo, es bueno tenerlo claro para no dejarnos llevar por cualquier opinión, sobre todo hecha hacia nosotros. De otro modo, en nuestra situación, podríamos seguir la corriente sobre cosas que no nos gustan, o hacer aquello que no nos apetece, simplemente por inseguridad. Podríamos dejarnos influir por una opinión desafortunada sobre nosotros, por un reproche, por una incomprensión, hecha sin licencia, y sentirnos mal por ella.

Por eso, es importante que sepamos que somos vulnerables ahora, influenciables; eso hará que lo seamos un poco menos, que hagamos más caso a lo que nosotros mismos pensamos o sentimos, que a lo que nos dicen o piensan los demás. No se trata de convertirnos en intransigentes, ni de llevar desde hoy siempre la contraria, ni de no aceptar el consejo de alguien que nos aprecia.
Se trata más bien de saber cómo estamos y valorar muy bien todo lo que nos llega.

Si no consentíamos a nuestros pensamientos tener siempre la verdad, menos se lo vamos a permitir a los ajenos. Que nos juzguen sin licencia no está consentido, sobre todo para decirnos, lo mal que lo estamos haciendo. Y sólo nosotros podemos hacer que no nos afecte, comprendiendo que no conocen la totalidad de lo que nos ocurre y por eso nos juzgan mal.

Del mismo modo, también estamos algo sensibles a las buenas palabras. Sólo como prevención, cuidado con engancharnos a alguna persona concreta que se ha dado cuenta de que nos vienen bien las buenas palabras. Hay gente, incluso colectivos, que saben aprovechar cualquier ocasión de alguien que pasa por un mal momento.

Cuanto más consciente seamos de cómo nos encontramos, mejor lo manejaremos.

viernes, 12 de junio de 2009

Un poco de claridad

Bueno, hasta ahora tenemos unas cuantas herramientas psicológicas que nos ayudan a conocer cómo funciona la mente: el pensamiento no siempre tiene razón, donde miras crece, pensamientos repetitivos...

Una base sólida, esperemos, de desculpabilización, es una enfermedad, que se padece por causas internas o externas, pero no porque nadie lo busque, sea débil, etc...quién va a querer esto??

A partir de ello y como hecho prácticos hemos (deberíamos) comenzado a cuidarnos, comer bien, hacer ejercicio, descansar y dedicarnos un rato al día a algo que nos resulte agradable y en lo que podamos concentrarnos.

Por otra parte, escribimos nuestros objetivos sobre la depresión y los vamos siguiendo de vez en cuando para notar qué cosas ya no nos pasan, o en qué hemos cambiado...conseguido algo. Siempre felicitándonos por ello y, sobre todo, siendo muy conscientes de que lo que significa es que se puede vencer, aunque sea paso a paso.

Lo último que hemos visto es que nuestro subconsciente sabe más de lo que creemos, y que si nos ponemos a anotar lo que creemos que nos pasa salen una, dos o tres causas de "lo que va mal en nuestra vida".

Bueno, nada es de la noche a la mañana y esto menos, basta con tener las ideas más claras y con ser algo más fuertes. Sería suficiente por ahora con que no llorásemos cuando no lo deseamos. O si esa fase ya esta superada, con conseguir alejar un rato la tristeza interior, el lastre que tira hacia abajo, sabiendo que hay cosas pequeñas que nos sacan de ahí y nos dejan descansar un rato.
Si vamos más adelante, si no estamos ya mal, pero tampoco estamos bien...entonces hay que hacer más caso que nunca a esas ideas escritas en papel de "lo que va mal". Y que cada uno haga su propio guiso, sin prisa, pero sin pausa.

En ocasiones hasta que uno no se libera de un gran peso, le cuesta seguir adelante, otras es posible apartar la parcela que hace daño y seguir viviendo en las otras con bastante normalidad.
También ocurre que meternos en un proyecto asequible (nada exagerado), que nos lleve un rato de trabajo cada día y mucha ilusión cada rato, es lo que hace que tiremos hacia arriba y vayan quedando atrás viejas historias. Escribir un libro (se puede), abrir un blog, aprender a pintar, hacer un curso de....hay tantas cosas. Busca la tuya, lo que te ilusiona y engánchate a ello.
De nuevo es un recurso personal, que no depende de nadie más. Son los que nos hacen falta, los propios, para poder manejar nuestra vida sin que lo externo nos afecte demasiado.

lunes, 1 de junio de 2009

un pequeño terremoto para nuestro consciente

Tengo la creencia de que un porcentaje mucho mayor del que pensamos de la gente que está triste, insatisfecha, deprimida, perdida..., en su interior sabe lo que le ocurre. O, al menos, sabe lo que querría cambiar de su vida...de forma consciente o inconsciente.

Es decir, que habría muchas menos depresiones endógenas que las que pensamos.
Y aunque no sea así, seguro que poner luz a temas que no nos gustan del todo en la vida que llevamos nos vendrá bien.
Todo lo que se pasa de la oscuridad a la luz es más fácil de manejar. Si no sabemos, no somos conscientes, no nos paramos a limpiar el trastero...no podemos ponernos manos a la obra con nuestra propia vida.

Puede que nunca nos hayan dicho que aunque durante mucho tiempo la vida fue sola, ahora nos han dejado a nosotros el volante y o lo manejamos con rigor y sabiendo hacia dónde vamos, o terminamos en la cuneta, malheridos.

Quizás, sólo sea eso lo que nos pasa. Nadie nos contó que después del colegio, los trabajos de verano, quizás alguno de ellos ahora nuestro trabajo para siempre, nuestros primero novios, quizás alguno de ellos ahora nuestro marido para siempre....etc, venía la vida de verdad. Como a todos los animales del mundo, las madres sólo cuidan a sus crías hasta que saben volar. Pero aquí, a algunos, nadie les/nos dijo...aprende a volar.
Volar es descubrir quién eres, volar es saber lo que quieres, y eso lleva su tiempo, pero hay que ponerse a ello, tengas la edad que tengas. El mejor detector de todos para averiguar quién somos es el camino del corazón. Sabes qué color te gusta y sabrías qué profesión o vocación te gusta. Y al tiempo, qué tipo de personas te gustan para compartir tu vida, tanto como pareja, como amigos...sabes quién eres, en qué te sientes tú. Ponle luz a tu interior.

Por ello te animo a que te pongas otra vez a escribir, y en dos o tres ideas, las que te salgan de repente, escribas qué crees que va mal en tu vida. Algo sale, seguro.
Qué querrías cambiar, qué querrías ser..., qué crees que te está doliendo como para que, como una piedra en el zapato, acabe haciendo una herida con el paso del tiempo y aún lo llevas puesto.
Seguramente lo sabes. Conoces qué te pasa. Hacerle frente es otra cosa, es cuestión de posibilidades que crees no existen...y sí existen, unas u otras. Es cuestión de poder enfrentarse a las propias verdades, al posible dolor, a la duda de la inseguridad temporal, pero es soy yo, no más soy aquello a lo que el río de la vida me llevó, y ahí estoy sin saber por qué.

A veces, lo único que nos pasa es que no nos dejamos ser quien somos, y eso entristece a cualquier corazón sabio, aunque nuestra mente consciente no se haya aún enterado de nada.