jueves, 1 de julio de 2010

Fantasmas de humo

Tengo miedo de volver a caer en el pozo, me empiezo a sentir triste de nuevo después de haberlo conseguido...

No te austes demasiado por los fantasmas que vuelven a aterrorizarte. Ese es su plan, si caes en el miedo te quedas quietecita y no haces tu vida. En realidad son de humo, pero consiguen que te quedes muerta de miedo pensando en que algo desconocido, indomable, no controlable, puede hacer lo que quiera con tu vida. Es el mayor miedo de la depresión: creemos que no la controlamos. Míralo así, es humo, tú has demostrado ser más fuerte que esto, has aprendido sola el camino de salida. Es normal que, a veces, un fantasmilla asome la cabeza e intente darte un susto. Pártelo en dos, date cuenta de que lo que ha pasado es que el mes con tus padres te ha sacado de la vida que te gusta, cualquiera habría tenido disgustos y peleas ahí. Ahora vuelve a organizarte, ponte de pie, parte en dos ese fantasma de humo que intenta mantenerte en un rincón, como si para él fuese un juego. La he asustado, ja, ja. Y haz tu vida que es solo tuya. Levántate y anda. Los fantasmas de humo desaparecen al instante, se van esfumando. Un secreto: los crea tu mente, los crea tu miedo. Tú eres la que pasea por la ciudad decidiendo hacia dónde, sintiéndose orgullosa de sí misma, y disfrutando de cada cosa que ve.

10 comentarios:

Chipi Chipi dijo...

Me gusta este blog!!
Estoy pasando una etapa fatal en mi vida..la verdad no se, parece que las cosas dia a dia empeoran y no encuentro la salida a nada..solo encuentro decepcion y mas de lo mimso...

ESTELA ÁLVAREZ estelaalvarez35@yahoo.es dijo...

Pues has encontrado un sitio lleno de indicaciones para ti.

Léelo desde el principio y sal poco a poco de es etapa fatal. Has hecho bien en llamarlo etapa.

Un abrazo y bienvenida.

Anónimo dijo...

Me alegro mucho de haber encontrado esta página.Cada día me levanto con mucho esfuerzo, estoy perdida, desorientada...lo peor de todo esto es, que por circunstancias de mi vida, y desde hace unos años, empecé a sentirme así y tengo episodios más llevaderos, o épocas en las que me siento mejor que otras. He llegado a la conclusión de que esto forma parte de mí y he aprender a caminar con ello y a superarlo.
Ahora estoy en un momento malo, totalmente lleno de desesperanza y a mis 36 años me encuentro totalmente desorientada. Quiero visualizar un futuro mejor y hacer todo lo posible para que se convierta en realidad.
GRACIAS por esta página que me ha llenado de esperanza.

Requiem dijo...

He venido por aquí a leer otra vez, había estado antes pero lo dejé pensando que ya estaba bien. Las recaídas -los fantasmas- de mi vida son demasiado fuertes a mí parecer, y arrastran consigo peleas muy fuertes con mi madre. Tengo 20 años, el año pasado congelé mi carrera por tomarme unas pastillas y caer al hospital con diagnóstico de una depresión severa. A casi un año de ésto, con psicólogo cada mes, ya no tomo mis medicamentos, y creía que ya había vuelto a ser la de antes, en realidad, mi madre lo creía. Y adopté la decisión de volver a estudiar, con cambio de carrera incluido debido a la decepción que sufrí en la anterior. Pero todo ha salido mal otra vez, me han rechazado la postulación y tendré que esperar hasta el próximo año para intentarlo de nuevo. Mi madre claramente que no está feliz, cree que no hago lo suficiente, que no me esfuerzo y por eso las cosas no me salen bien. Suele lastimarme con comentarios comparativos y me preocupa que en parte ella sea un motivo para no lograr mi absoluto bienestar. Ya antes me escapé de casa -algo tan abrupto que ni siquiera me dí cuenta de que en verdad lo hice- y no volvería a cometer ese error sólo por diferencias de pensamiento con ella.
Mi desilusión va mucho más allá... me cuestiono a menudo por todo lo que hago, y mis cercanos se quejan por mi mal carácter. Soy demasiado exigente, y en parte es porque me exigieron demasiado cuando más niña; me acostumbré a ser de cierto modo, a cumplir todos los requisitos que se me pidieran.
Ahora todo está en el suelo otra vez.
Creo que me costará mucho subir hacia el Tercer escalón, mis pensamientos son demasiado traicioneros.
Agradezco el que estén aquí, dándome el empujón para subir positivamente, no a la fuerza.
Gracias, sinceramente.

ESTELA ÁLVAREZ estelaalvarez35@yahoo.es dijo...

Cristina,

a veces pasa así. Subes y bajas. Pero hay una diferencia con la vez anterior y es que ya sabes que se puede subir.

Ahora recoge fuerzas y tranquilamente, como el que anda un camino, empieza a sonreir.
Tú ya has vencido una vez, eso no es cualquier cosa.

Salir de ahí es mucho más sencillo ahora, lo que ocurre es que fastidia más que antes, porque ya estabas bien.

Hay un par de post que te pueden venir bien en este blog. Uno se llama aprender a caer y otro la vida es cíclica pero ascendente.
Búscalos y adelante Cris.
Tú ya has podido, eso implica que tú puedes.

Un abrazo

Juan Manuel dijo...

Muy bueno este blog, en algún momento todos tendremos que pasar por algo similar, un consejo para esto es la distracción, salir y divertirse.

Paloma dijo...

Por qué paraliza tanto el miedo? Cuando crees que ya has superado todo, que has vencido aquellas tristezas que te paraban... surge algo que te recuerda a aquellos momentos y te paraliza, te entristece y BRRR, aparece EL MIEDO! Cómo se supera esa sensación de miedo para siempre? Se puede superar para siempre? Gracias por todo Estela.

ESTELA ÁLVAREZ estelaalvarez35@yahoo.es dijo...

HOla Paloma,

el miedo paraliza porque es la costumbre que tenemos. En principio, el miedo está creado para defendernos, para ponernos alerta sobre algo peligroso para nosotros y bien, nos estamos quietos o bien salimos corriendo.
Lo que ocurre aquí es que a este miedo hay que dominarlo o perderemos la partida.
Imagínate que el miedo lo tuvieses al agua caliente. Una vez te quemaste, y fue cuando eras pequeña, cuando no estabas preparada para manejar bien los grifos (cuando no sabías la fuerza que tiene tu mente, ni la que tiene el agua) pero sabes que no te tienes por qué quemar siempre. Que si abres el grifo de agua fría, todo irá bien.
Ahora, sabes que hay un modo de no caer o de salir. Sabes que si sigues mirando hacia delante, comprendiéndote, sabiendo que tu miedo no tiene una base racional, seguirás caminando.
La cuestión es que el volante está en tu voluntad. Cuánto más valor y credibilidad le des al hecho de que se puede volver a caer, más débil te vuelves antes la oportunidad de abrir el grifo bueno. Y, al revés, cuánto más claro tengas que sabes salir, que quieres salir y que vas a ponerlo todo y a abrir el grifo de agua fría, ese será el que abras.
Se pasó muy mal, por eso da tanto miedo recaer. Pero la parte que tenemos que fortalecer es la que sabe que se sale, la que sabe que esos fantasmas los alimenta nuestra cabeza. La misma cabeza que tiene la salida y la fuerza, para tirar hacia delante en cualquier circunstancia.
Adelante, siempre adelante.
Lucha por ti. Es como prefieres estar, no?

Un abrazote.

Paloma dijo...

Totalmente de acuerdo, Estela... Pero qué difícil es! Bueno, supongo que poco a poco lo iré superando... Muchísimas gracias por todo, por haber creado este blog, por haber dedicado parte de tu tiempo a ello de una forma desinteresada..., en fin... MUCHAS GRACIAS.
Sólo la pregunta del millón... Se acaba saliendo de esto,no?

ESTELA ÁLVAREZ estelaalvarez35@yahoo.es dijo...

Tachánnnnnnnn,
sí, te puedo decir que sí se sale. Pero también te digo que hay cosas que debes tener en cuenta siempre...

Dime, un diabético deja de ser diabético? Un miope deja de ser miope, aunque se opere?
Esto no quiere decir que vayas a estar siempre con la espada sobre la cabeza, pero sí que es bueno que te conozcas y te comprendas y que te cuides.
Es decir que el diabético debe saber que el exceso de comida y más con azucar le va a hacer polvo y el miope que su retina corre peligro si abusa de los golpes, por ejemplo.
Y es un hecho que gente sana, bien cuidada, que se quiere, que conoce sus fortalezas, que se protege, que se consiente, que se comprende, que sabe qué hay que hacer y cómo para estar bien, tenga una vida estupenda, llena de cariño, de vitalidad, de saber qué quieres y quién eres. Y lo que es más, una vida mucho más madura y disfrutada que aquellos que no han pasado por esto.

Venga, que sí se puede. Mirarás a la vida de frente, a los ojos, y le dirás, ya no me das miedo. He aprendido a conducirte.